El sueño imposible del Barón de Coubertin
París acoge la 33 edición de los Juegos Olímpicos de la Era Moderna
Poco podía imaginar el francés Pierre Fredy hasta donde iba a llegar su propuesta de crear una gran competición internacional en la que deportistas no profesionales representando a sus naciones luchasen por medallas sin valor económico. Pero así ha sido. La idea nacida hace 130 años se ha convertido en la cita deportiva más importante del mundo, dieciséis días en los que la actualidad se paraliza, pendiente de las hazañas de los héroes de la era moderna. Y es que los Juegos Olímpicos actuales tienen muchas similitudes con los instaurados en la Grecia clásica en honor a Zeus.
Así, la historia de los Juegos comienza en un año anterior al 776 a.C, fecha en la que empieza a dejarse constancia de los ganadores, y se prolonga hasta el 393 d.C, cuando la adopción del cristianismo por parte de Teodosio como religión del Imperio prohíbe toda celebración pagana.
Los Juegos de la Era Antigua eran unos juegos principalmente atléticos, si bien buena parte del ritual que acompaña hoy a las Olimpiadas ya estaba allí. Así los Olímpicos y los jueces realizaban un juramento antes de comenzar las pruebas en que se comprometían a no hacer trampas ni aceptar sobornos. La fiesta convocaba a héroes de todas las ciudades de Grecia, que luchaban por un premio simbólico, además de la gloria, en forma de corona de olivo.
Durante cinco días entre los meses de julio y agosto el principal santuario de Zeus situado en el valle de Alfeo se convertía en cuna del deporte y de la vida social griega. Así las actividades políticas quedaban suspendidas, se establecía una tregua cuya ruptura suponía la expulsión inmediata de los Juegos, y se aprovechaba la reunión entre las “polis” para establecer relaciones diplomáticas. Estos Juegos tenían muchas similitudes con lo que hoy son las Exposiciones Internacionales, pues además de deporte se celebraban certámenes de poesía y actividades culturales.
Si bien los Juegos nacen con el atletismo como única disciplina, a través de carreras de velocidad, resistencia y hasta con armamento, saltos de longitud y lanzamiento de disco y jabalina; su crecimiento provoca la incorporación de las disciplinas de lucha, entre las que se encontraba la lucha grecorromana, el pugilato, antecedente del boxeo, y el pancracio, un combate sin reglas que podía terminar con la muerte del adversario; o las pruebas hípicasm con las carreras de carros, únicas disciplinas en las que podían ganar, que no participar, las mujeres, al llevarse el premio el propietario del vehículo y no su auriga. Sin embargo, la prueba principal era el pentatlón. una prueba formada por cinco actividades que nace en el 708, y que se convierte en el centro del programa.
Por aquello del crecimiento del espíritu olímpico, enseguida llegaron las trampas y los fraudes, que se castigaban con la expulsión inmediata de los Juegos. Así, salvo en el pancracio, estaba prohibido matar al adversario, y están acreditados sobornos a los jueces y hasta casos de dopaje. Además, y para evitar que participasen mujeres, desde el siglo V los deportistas competían desnudos.
Todo este bagaje cultural es el que lleva al Barón de Cubertain, Pierre Fredy a proponer en el Congreso Internacional de Educación Física de la Sorbona de París de 1894 la creación de unos Juegos Olímpicos de la era moderna. Cubertain, que hasta propuso en esta cita el lema olímpico “Citius, Altius, Fortius” (más rápido, más alto, más fuerte), se encontró enseguida con la oposición de los principales países del momento. De tal forma, ni Inglaterra, ni Alemania, ni tampoco Grecia ven con buenos ojos la recuperación de los Juegos y tendrán que ser las maniobras diplomáticas del propio Cubertain las que consigan que los primeros Juegos Olímpicos se celebren en Atenas en 1896, unos juegos con nueve disciplinas que encumbraron al primer gran héroe olímpico de la actualidad: el griego Spiridon Luis, campeón de la primera prueba de Maratón. A pesar del éxito, el altísimo coste que habían supuesto estuvieron a punto de acabar con el espíritu olímpico. Además Cubertain se empeñó en que los de 1900 se celebrasen en París, coincidiendo con la Exposición Universal, lo que les quitó todo tipo de relevancia. En 1904 San Luis hizo exactamente lo mismo, haciéndolos coincidir con la Expo, y provocando la primera gran crisis.
Pero de nuevo Atenas salió al rescate de sus Juegos, y lo hizo en 1906 con la celebración de los llamados Juegos Intercalados, una edición de los Juegos Olímpicos que no está reconocida por el COI, pero que fue clave para salvar los Juegos. Tras lo ocurrido en Francia y Estados Unidos, el COI decide devolver a Grecia los Juegos en algo que pretendían se realizase cada cuatro años. Es decir la cuna del olimpismo acogería unos Juegos que se celebrarían dos años después de los Juegos Olímpicos, y que llevarían el nombre de Juegos Intercalados.
Grecia aceptó, pero solo una edición pues el coste hacía inviable celebrarlos cada cuatro años. Sin embargo, la idea se recuperará años después creando los Juegos Olímpicos de Invierno que aparecen en 1994.
Los juegos de 1908 también llegaron con problemas, pues la ciudad que debía acogerlos, Roma, renunció un año antes tras producirse la erupción del Vesubio, siendo Londres, donde se iba a celebrar una exposición internacional, la encargada de acogerlos. Estos son los juegos más largos de la historia, pues las pruebas se desarrollaron durante 187 días entre abril y octubre de 1908.
Para evitar que volviese a ocurrir lo que había pasado con Roma, el Comité Olímpico Internacional decide, en 1909, diseñar los juegos de 1912 y 1916. Así sería Estocolmo, la capital de Suecia, la encargada de celebrar los del 12 y Berlín, capital de Alemania, los de 1916. Estocolmo celebró los suyos, los primeros independientes de cualquier tipo de exposición y dedicados íntegramente al deporte; pero Berlín no pudo hacer lo propio. Así el estallido de la Primera Guerra Mundial canceló los Juegos Olímpicos de la sexta Olimpiada.
Tras el final de la guerra el COI decide homenajear a Bélgica por su sufrimiento durante la contienda, concediéndoles la celebración de los Juegos de Amberes, y vetando la participación de Alemania, Austria-Hungría y el Imperio Otomano. Estos Juegos pasarán a la Historia por suponer el estreno de la Bandera Olímpica, que se iza por primera vez durante la Ceremonia de Inauguración.
Como homenaje a un Pierre de Cubertin ya muy mayor (de hecho, fueron sus últimos Juegos), las Olimpiadas regresaban a París en 1924, y lo hacen para estrenar el eslogan olimpico, el primer logo oficial, y las medallas de oro, plata y bronce. También en los Juegos de París nace la Villa Olímpica, o más bien las “villas olímpicas” pues se hicieron dos totalmente separadas para mujeres y hombres.
Amsterdam acogió los Juegos de la novena Olimpiada en los que Alemania regresó a la competición, y nació el encendido del pebetero. Además, el desfile inaugural lo abría Grecia y lo cerraba el país anfitrión, Holanda.
Como el retorno a París había salido bien, los Juegos decidieron también volver a Estados Unidos, y por eso se concedió la organización de los de1932 a Los Ángeles, pero el “crack” del 29 y la Gran Depresión a punto estuvieron, otra vez, de matar a las Olimpiadas. Cancelaciones de pruebas por falta de equipos, enormes problemas de los deportistas para desplazarse, y el veto por parte del COI a la estrella Paavo Nurmi que había conseguido nueve medallas de oro en las tres ediciones anteriores (según el Comité, las becas que se le habían concedido le convertían en deportista profesional) marcaron unos juegos que fijan la duración de las Olimpiadas en dieciséis días.
Los Juegos de 1936, que debían ser los de la reconciliación con Alemania tras el veto de años anteriores, tuvieron un componente muy distinto. La llegada de Hitler al poder provocó un intento de boicot por parte de Estados Unidos que no se materializó, y convirtió los Juegos en un inmenso instrumento de propaganda. Aunque Estados Unidos finalmente sí participó, quien no lo hizo fue España, que tras la llegada al poder del Frente Popular en Febrero del 36, decidió no acudir a las Olimpiadas de Berlín. Lo cierto es que tampoco hubiera podido hacerlo, pues el estallido de la Guerra Civil se produjo tan sólo un mes antes.
Los Juegos de Berlín crean uno de los momentos simbólicos más importantes de las ceremonias de inauguración, como es la llegada de la llama olímpica desde Grecia hasta el lugar de celebración de los Juegos cerrando un ritual que se celebra sin variación desde entonces. A principios de la primavera, Olimpia, donde se celebraron los Juegos Olímpicos de la Antigüedad, acoge la ceremonia de encendido de la llama olímpica frente a las ruinas del templo de Hera. Las sacerdotisas de Hestia se encargan de encender, a través de los rayos del sol, la luz que recorrerá el mundo hasta su llegada al lugar donde se organizan las Olimpiada en una recreación simbólica del mito de Prometeo.
El comienzo de la Segunda Guerra Mundial cancela las dos siguientes ediciones de los Juegos, que debían haberse celebrado en Helsinki, tras la renuncia de Tokio al estallar la guerra chino-japonesa; y en Londres, que, si bien no celebró los del 44, sí lo hizo con los de 1948. Los juegos de la XIV Olimpiada fueron muy diferentes. Los llamados “Juegos de la austeridad” se celebraron en una Londres reconstruida tras los bombardeos, con la población viviendo escasez y sin ninguna infraestructura olímpica nueva. Así el estadio de Wembley se cubrió con una pista de ceniza para celebrar las pruebas de atletismo, el Támesis acogió las pruebas de remo y piragüismo, y los atletas durmieron en barracones y recibieron cartillas de racionamiento para alimentarse. Además el COI prohibió la participación de Alemania y de Japón, y Rusia decidió no participar.
Tras el final de las Guerras Mundiales los Juegos entran en una nueva etapa en la que la cohesión internacional choca con la Guerra Fría, Así Helsinki´52 ve el regreso de la URSS, Israel, Japón y Alemania. El COI también invitó a Taiwán, pero las tensiones con China hicieron que abandonasen los Juegos dos días antes de la inauguración. Los de 1956 son los primeros que se celebran en el hemisferio sur, al ser organizados por Melbourne en Australia, aunque no todas las pruebas, pues las leyes australianas de cuarentena que impedían que entrasen caballos menos de seis meses antes de las pruebas, obligaron a que la equitación se realizara en Estocolmo. La guerra de Suez y la revolución húngara provocaron distintos boicots que no impidieron que estos fueran apodados como “Los juegos de la amistad” al conseguir que 500 atletas marchasen juntos bajo la bandera olímpica en la ceremonia de clausura.
Tras lo ocurrido en 1908, Roma celebraba los Juegos de la XVII Olimpiada en 1960, unos Juegos en que ya sí empieza a marcarse buena parte de lo que hoy es el espíritu olímpico. Son los primeros juegos que se emiten por televisión en directo y estrenan los Juegos Paralímpicos. Los juegos llegan a Asia en 1964, pues tras lo ocurrido en 1940 Tokio por fin organiza las Olimpiadas. Japón los aprovechó para presentarse ante la comunidad internacional como un país moderno creando grandes estadios y el tren bala entre Tokio y Osaka. Estos juegos de Tokio pasarán a la historia por ser los “juegos del cisma”. En 1963 los países de la órbita rusa decidieron crear sus propios Juegos Olímpicos, los “Juegos de las nuevas fuerzas emergentes”, que, a pesar de participar 51 países solo celebraron una edición en Indonesia, ante la amenaza del COI de vetar a aquellos que formasen parte. Y así ocurrió. Indonesia y Corea del Norte no participaron en los Juegos de Tokio, al igual que Sudáfrica castigada por las políticas del Apartheid.
Los primeros juegos en español se celebraron en 1968 en Ciudad de México. Fueron los primeros con control antidoping y pruebas de género, y se convirtieron en una guerra abierta entre el Gobierno de México y el movimiento estudiantil que terminó con la muerte de decenas de personas en la Plaza de las Tres Culturas diez días antes de la ceremonia de apertura.
En 1972 los Juegos regresaban a Alemania, en concreto a Munich, con la edición más trágica de su historia. El 5 de septiembre terroristas palestinos asesinaron a dos atletas israelíes y tomaron a otros nueve como rehenes reclamando la libertad de más de un centenar de presos palestinos. Tras intentar rescatarlos, los nueve rehenes, cinco de los terroristas y un oficial de la policía de Alemania murieron en una auténtica masacre que no evitó la celebración de los Juegos con casi total normalidad, lo que provocó la indignación de algunos países. Estos juegos del 72 fueron el primer intento serio de España de convertirse en sede olímpica (Barcelona ya se había postulado para los Juegos de 1924, 1928, 1936 y 1940). En concreto Madrid presentó candidatura quedando en segunda posición en la votación para elegir la sede. Y también fueron los primeros con mascota, un perro llamado Waldi.
Los Juegos de Montreal, en 1976, son los primeros con un boicot masivo. Países africanos exigieron la expulsión de Nueva Zelanda por haber jugado un partido contra la de Sudáfrica que llevaba ya ocho años fuera de los Juegos. El COI no aceptó las presiones provocando que 32 países abandonasen la competición además de China y Taiwán.
Cuatro años después, el boicot se repetía, esta vez en Moscú, a donde Estados Unidos se negó a enviar representación por la invasión de Afganistán, lo que provocó que 66 países se quedasen fuera. El boicot se repitió a la inversa en Los Ángeles 84, con 14 países de la órbita soviética fuera de la competición, países que, por cierto, organizaron sus propios Juegos “los juegos de la amistad” en el mismo verano. Los Juegos de Los Ángeles, son otra vez los del renacimiento, pues el altísimo coste de los celebrados en Canadá provocaron que ninguna ciudad se presentase para albergar los de 1984. Estados Unidos se ofreció, escogiendo Los Ángeles como sede, pero con un plan austero que utilizaría instalaciones existentes y permitiría la participación de empresas privadas en la organización.
“Los juegos del reencuentro” se celebraron en Seúl en 1988. La XXIV Olimpiada no vivió ningún boicot, salvo la negativa de Corea del Norte a participar al celebrarse en su vecina del Sur. En 1992 los juegos llegan a España. Barcelona acoge la XXV cita olímpica, la primera que cuenta con la participación de todos los países. Los exsoviéticos desfilaron bajo la bandera olímpica, y Alemania apareció como estado unificado. También regresó Sudáfrica, y la Yugoslavia que vivía la guerra de los Balcanes permitió a sus atletas competir como participantes independientes. Los juegos convierten a Barcelona en una gran metrópoli Europea provocando la transformación urbanística de la ciudad con la creación del anillo Olímpico de Montjuic, el Puerto Olímpico o la Villa Olímpica de Poblenou.
En 1996 los Juegos vuelven a Estados Unidos y lo hacen en una Atlanta que prioriza el centenario de Coca-Cola al centenario de los Juegos. Así, ante la indignación de buena parte de la comunidad internacional, el COI decide entregar los Juegos a Atlanta en lugar de a una Atenas que daba por hecha la celebración. En esta edición ya son casi 200 los países que participan, tras llevar cada uno de los países de la URSS su propia bandera. El siglo XXI comienza en Sidney donde se celebra la XXVII Olimpiada con 199 países participantes. Además sólo Afganistán, tras el triunfo del régimen talibán, es expulsada, mientras que las dos Coreas desfilan bajo una misma bandera.
En 2004 los Juegos vuelven a Atenas recuperándose la corona de laurel de los juegos antiguos, y superándose los doscientos países participantes, tras el retorno de Afganistán. Pekín acogió los juegos de 2008, los más caros de la historia, que se convirtieron en una muestra del poderío del país.
Los Juegos de Londres de 2012 tienen un amargo recuerdo para Madrid, pues la capital de España perdió con la de Reino Unido a pesar de ser la gran favorita. Estos juegos empiezan con tragedia, pues tan solo veinticuatro horas después de la designación se producen los atentados del 7-J, que provocan la muerte de 52 personas en el transporte público de Londres. Además de por la polémica elección de sede destapada años después por la BBC, pasarán a la historia por los nueve casos de dopaje que se descubrieron durante la cita olímpica.
La XXXI Olimpiada viajaba hasta Río de Janeiro, y lo hacía para vivir unos Juegos con problemas desde el minuto uno. Sin embargo, la elección de Río suponía otra derrota para Madrid que quedó en segunda posición. Los Juegos vieron desfilar a atletas refugiados bajo la bandera olímpica, y estuvieron marcados por el escándalo durante toda su celebración: inseguridad, posibilidad de ataques terroristas, problemas en las comunicaciones, y la presencia del virus Zika, marcaron unos Juegos que dejaron una imagen para la historia: las piscinas que debían acoger las pruebas de natación con un intenso color verde debido a la insalubridad.
2020 vive una situación inédita en muchos sentidos, y también lo es para el movimiento olímpico. Así los Juegos de la XXXII Olimpiada no se celebran en 2020, sino en 2021 debido al coronavirus. De tal forma, la XXXI Olimpiada no tiene una duración de cuatro años, sino de cinco, dejando la Olimpiada XXXII en tan solo tres años. En la candidatura de los Juegos de Tokio, de nuevo Madrid era derrotada al no conseguir pasar a la ronda final tras un polémico empate con Estambul que se resolvía a favor de la ciudad turca, polémico, pues uno de los electores reconoció días después que su voto no se había contabilizado correctamente, lo que hubiera tumbado a Estambul y hecho pasar a la final a la capital española. En cuanto a los Juegos, estuvieron claramente marcados por la epidemia global: distancias de seguridad, mascarillas y la posibilidad de que muchos atletas no viajasen se cernieron sobre la convocatoria olímpica, que aún así se celebró sin demasiados problemas, aunque con la ausencia como país de Rusia, vetada por la Agencia Mundial Antidopaje.
Y, tras Tokio, en este mismo mes de julio llegan los Juegos de París, unos Juegos que comenzarán el 26 de julio y se prolongarán hasta el 11 de agosto, Unos Juegos que comenzaban con una extraña votación que no fue tal, pues para evitar las polémicas de las elecciones de 2012, 2016 y 2020, el COI optó por repartir las dos siguientes citas olímpicas entre las dos únicas ciudades que se habían presentado. Así París fue designada para organizar las de 2024, mientras que Los Ángeles lo hará en 2028. En cuanto a los juegos, el COI quiere que los de París vuelvan a ser “los juegos de la reconciliación”, permitiendo tanto a Rusia como a Bielorrusia competir, aunque sin su bandera. Además los juegos de la XXXIII Olimpiada incorporarán como disciplina el break dance y eliminarán el karate y el béisbol. Y es que la historia olímpica se reinventa cada cuatro años, buscando, a pesar de las dificultades con las que se encuentra, que el sueño de Pierre de Cubertin de unir durante unos días del verano cada cuatro años a todas las naciones bajo una misma bandera y unidos por el deporte se haga realidad.
Samuel Román