No es verdad, ángel de amor...

 

El mito de Don Juan nace en las calles de Madrid

 

 

“¿No es cierto, ángel de amor, que en esta apartada orilla más pura la luna brilla y se respira mejor?”. Estos versos están, probablemente, entre los más conocidos de la literatura en castellano, y definen perfectamente a uno de los personajes más icónicos de las letras. Sin embargo, lo que poca gente sabe es que el mito de Don Juan tiene su origen más que probable en las calles de Madrid, en  la figura legendaria de un Caballero de Gracia que, si bien está basado en un personaje real, fue magnificado por los madrileños de la época, que lo convirtieron en el arquetipo de lo que hoy conocemos como “donjuan”.

 

Y es que, si bien la historia nos habla de un Jacobo de Gratii, es muy distinto al que inmortalizase Chueca en su zarzuela. Jacobo, conocido en Madrid como el Caballero de Gracia, llega hasta la capital de España convertido en secretario del Nuncio Apostólico en los tiempos de Felipe II. Además de dedicarse a la diplomacia, comprará fincas en las inmediaciones de la calle del Clavel, creando una calle que hoy lleva su nombre.

 

Será en su edad madura cuando se convierta en fundador de Cofradías, iglesias y conventos, entre otros el de las Concepcionistas Descalzas; o la Congregación de Indignos Esclavos del Santísimo Sacramento a la que perteneció Cervantes, y que construye el oratorio que lleva su nombre a espaldas de la Gran Vía. El nombre de caballero le llegará por ser condecorado como Caballero de la Orden de Cristo, orden militar portuguesa heredera de los Templarios. Y hasta aquí la historia que ha vendido la Iglesia para convertir en virtuoso al personaje hasta el punto de iniciar, en dos ocasiones, su proceso de canonización, la última en 2018.

 

El Caballero de Gracia diplomático fue partícipe, de una forma u otra, de algunos de los principales eventos del siglo XVI español. Así Jacobo de Gratti intervino en la formación de la Liga Santa que acudió a la batalla de Lepanto: en la resolución del proceso inquisitorial contra el Cardenal de Toledo; y hasta en la creación de la Armada Invencible.

 


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Pero la leyenda, que habla de la juventud del caballero, es muy distinta. Así el personaje se convertirá en protagonista de aventuras y romances en el Madrid del siglo XVI. Libertino, bebedor y siempre dispuesto para una pelea. Es la imagen que queda del Caballero de Gracia, una imagen que contribuirán a crear Antonio de Capmany, diputado en las Cortes de Cádiz; un hijo de Mariano José de Larra y sobre todo, Federico Chueca que le convierte en uno de los personajes de La Zarzuela “La Gran Vía”.

 

Pero la historia de este mítico Caballero de Gracia está cargada de leyendas. Así, contaban los madrileños de la época, el personaje tomó los hábitos después de una desagradable experiencia que se parece mucho al mito del Tenorio que ha llegado hasta nuestros días. Cuenta la leyenda que el caballero intentaba conquistar a Leonor Garcés, esposa de un hidalgo aragonés, y ante las reticencias de la mujer optó por hurdir un plan para hacerla caer bajo sus encantos.

 

Con el apoyo de una de las doncellas, entró de noche en casa de su amada, a la que pretendía dar un bebedizo para dejarla inconsciente. Pero en el momento de entrar en la casa, el brebaje se rompió, lo que el Caballero de Gracia interpretó como un mal augurio y un mensaje divino. Tras este suceso Jacobo optó por la meditación religiosa, y el edificio en cuestión, situado en la calle del Caballero de Gracia, pasó a denominarse “La casa del Espanto”.

 

No es la única calle que debe su nombre a una leyenda relacionada con su personalidad, pues la muy cercana calle Desengaño también tiene su origen en las aventuras de Jacobo. De tal forma, cuenta la leyenda que el Caballero se enfrentaba a espada con Vespasiano de Gonzaga por el amor de una dama. Cuando estaban luchando ambos, vieron pasar corriendo la sombra de una mujer a la que perseguía un zorro. Rápidamente abandonaron la lucha y comenzaron a perseguirla con la intención de conquistarla, pero al llegar a ella comprobaron que tras el velo se escondía una momia. En ese momento ambos exclamaron “¡que desengaño!”, dándole el nombre a la calle situada en la trasera de Gran Vía.

 

Todas estas leyendas con más o menos veracidad, fueron forjando el mito, que quedaría recogido por uno de los asiduos participantes en las tertulias literarias que montaba el Caballero de Gracia, y a las que acudían personalidades como Lope de Vega, Alonso Remón, Tirso de Molina o Andrés de Espinola. Precisamente Tirso será el autor de dos sainetes que son la primera representación literaria del mito del Tenorio, o más bien se le atribuyen a Tirso, pues la autoría está mucho más que cuestionada.

 

Así, hasta hace muy pocos meses se consideraba que Tirso de Molina era el autor indiscutible de la obra “Tan largo me lo fiáis” reeditada veinte años después como “El burlador de Sevilla”, pero estudios recientes atribuyen la obra a un hasta ahora desconocido actor y productor teatral de nombre Andrés de Claramonte, que podría estar también detrás de otras obras del Siglo de Oro.

 

En cualquier caso el origen indiscutible literario del mito de Don Juan es “El burlador de Sevilla”, una obra representada en 1630 y situada en la capital hispalense. Don Juan Tenorio huye de Nápoles tras seducir a una duquesa y se refugia en Sevilla. Allí conoce al marqués de la Mota que le habla de su prometida, Ana de Ulloa. Don Juan la engaña pero es descubierto por su padre, Don Gonzalo, que tras un combate con el galán, muere. Tras una serie de aventuras, Don Juan regresa a Sevilla y se encuentra con la tumba de Don Gonzalo. Tras reírse del difunto invitándolo a cenar, Don Gonzalo se presenta como fantasma y le arrastra a los infiernos sin darle tiempo a redimirse.

 

El mito dará lugar a todo tipo de propuestas, convirtiéndose en uno de los arquetipos más importantes del romanticismo. Moliere, Mozart, Goldoni, Lord Byron, Espronceda, Alejandro Dumas,  Mérimée, y, por supuesto, Zorrilla, harán su propia versión del mito. Y precisamente la de Zorrilla será, con mucha diferencia, la más conocida.

 

Publicada en 1844, el propio Zorrilla reconoce que es una versión ampliada de su otra obra, mucho más desconocida, “El capitán Montoya”, basada en una leyenda toledana. La historia es esencialmente parecida a la de Tirso, si bien hay cambios que son los que han convertido la obra de Zorrilla en inmortal, Así la mujer burlada es Inés, novicia a la que don Juan engaña y que muere de pena tras la huida del galán. El otro cambio, y tiene mucho que ver con la mentalidad romántica, es el desenlace, pues si en la obra de Tirso don Gonzalo arrastraba a don Juan a los infiernos, en la de Zorrilla el fantasma de doña Inés intercede para evitarlo ascendiendo a los cielos junto a su amada.

 

Precisamente este final, con los muertos que vuelven del más allá como protagonistas, es una de las razones por las que el Don Juan Tenorio tiende a representarse en los días cercanos a la fiesta de Todos los Santos. Y si hay una representación destacada del Don Juan en España esa es la que se produce cada año en Alcalá de Henares.

 

Así, el Don Juan en Alcalá, que este año cumple 40 años desde su primera representación, es la manifestación teatral al aire libre más multitudinaria del país, motivo por el que está declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional. Cada año se reúnen en la Huerta del Obispo unas 20.000 personas para disfrutar de un espectáculo que cambia en cada ocasión. En concreto, este 2024 será Yllana los encargada de poner sobre las tablas la historia del Tenorio, y han interpretado los personajes principales actores de la talla de Fernando Gil, Maribel Verdú, Michelle Jenner, Juan Diego, Rafaela Aparicio, Mari Sampere, Manuel Gallardo, Toni Isbert, Amparo Larrañaga, Gracita Morales, Fernando Guillén Cuervo, Eva Isanta, Luis Merlo, Silvia Marsó, Concha Cuetos, Jordi Rebellón, Lolita Flores, Fernando Cayo, Fran Perea o Dani Muriel, entre muchos otros.

 

Pero no es el único homenaje que dedica la ciudad complutense al Tenorio, pues en su callejero hay cuatro vías dedicadas a los personajes de la obra: Don Juan, Doña Inés, Doña Ana de Pantoja, y Don Luis Mejía tienen calles en la ciudad.

 

Samuel Román

eltelescopiodigital.com