“Felicidades, papá”
Un accidente minero y la iniciativa de una profesora, en el origen del Día del Padre
Desde el siglo XI la Iglesia Católica celebra el día de San José, un día destinado a festejar la figura del padre adoptivo de Jesucristo. Sin embargo, la vinculación de la fecha con el Día del Padre es mucho más reciente y su origen hay que buscarlo en una tragedia.
Así, hay que viajar hasta el año 1030, fecha en que los monjes benedictinos decidieron dedicar el 19 de marzo a festejar la figura de San José con una misa especial. La propuesta caló, y las Siervas de María y los Franciscanos la adoptaron en el siglo XIV. En el XVII, Gregorio XV convierte la fiesta en festividad religiosa oficial para toda la cristiandad, pero habrá que esperar hasta el siglo XX para conocer su carácter comercial.
Así, y tras la tras la instauración a finales del siglo XIX del Día de las Madres en Estados Unidos, en 1908 se propone la celebración de un día igual para recordar la figura paterna. En concreto, el 7 de diciembre de 1907 se produce en el pueblo de Monongah, junto a la ciudad de Virginia Occidental de Fairmont, un terrible accidente minero que provoca la muerte de 360 trabajadores que eran padres de familia. La hija de un ministro metodista, Grace Golden Clayton, se solidariza con las víctimas y propone que el 5 de julio del año siguiente se convierta en un homenaje no solo a los fallecidos sino a todos los padres del país.
En 1909 Sonora Smart Dood, en Washington, retoma la idea y convence a la Iglesia de su ciudad para que destine un domingo de junio a honrar la figura de los padres, del mismo modo que ocurre el primer domingo de mayo con la de las madres.
Y así, el 19 de junio de 1910 se celebra el primer Día del Padre, y lo hace con una tradición que recuerda el origen trágico de la fiesta. Así los regalos hechos a los progenitores iban acompañados de rosas: rojas para los destinados a los vivos; y blancas, en recuerdo de los fallecidos.
La propuesta del Día del Padre enseguida caló en la población. Tanto es así que Woodrow Wilson, tres años después intenta convertirlo en Ley, pero no lo consigue, al igual que Lyndon Johnson. Habrá que esperar hasta 1972, bajo la presidencia de Richard Nixon, para que el Congreso convierta en festivo nacional el Día del Padre. Los vínculos comerciales de Estados Unidos con buena parte del mundo han hecho que este mismo día, el tercer domingo de junio, se celebre la fiesta en gran parte del planeta, incluyendo casi toda Latinoamérica.
En España el origen es distinto, y hay que viajar hasta los primeros años del franquismo para encontrarlo. Así, una profesora madrileña, Manuela Vicente Ferrero, decide, tras las peticiones de los padres, dedicar un día a homenajearles. La propuesta de “Nely”, nombre con el que se la conocía en los periódicos de la época, era hacer una celebración como la del Día de la Madre, es decir, con misa, reparto de regalos y festival infantil. El primer Día del Padre en España se celebraba el 19 de marzo de 1948 en el colegio del Santo Ángel de Vallecas, y fue tal la repercusión mediática que enseguida hubo consecuencias.
Nely difundió su propuesta en las revistas en las que colaboraba, “El Magisterio Español” y “El Correo de Zamora”, pero fue una entrevista en Radio Nacional de España la que convertiría su idea en algo que replicaron buena parte de los colegios del país desde ese 1949.
Tan solo cuatro años después, en 1953, Galerías Preciados difundió la celebración del Día del Padre con una gran campaña en prensa y radio; a la que se sumaría el Corte Inglés pocos años más tarde, convirtiendo el día de San José en una fiesta de intercambio de regalos.
Pero si en España se habla del 19 de marzo, la fiesta por excelencia son las Fallas de Valencia, al coincidir la víspera de San José con la “cremá” de las esculturas construidas durante todo un año por los maestros falleros.
El origen de las fallas hay que encontrarlo en el siglo XVIII, cuando los carpinteros de la capital del Turia decidieron homenajear a su patrón quemando las virutas y trastos sobrantes de sus talleres para hacer limpieza antes del comienzo de la primavera. Y es que la fiesta de las Fallas tiene mucho de rito de transición entre un invierno que muere y una primavera que renace. El fuego como elemento purificador es el gran protagonista de la víspera del día de San José. La primera fiesta de las Fallas se celebró en 1784 si bien no sería hasta 1848 cuando se convierta en una tradición anual que sólo se ha visto interrumpida en seis ocasiones.
Samuel Román