El viaje secreto del Guernica

Un vuelo regular de Iberia trasladó hasta España el cuadro más famoso de Picasso

 

En este 2023 se celebrará el Año Picasso con motivo del 50 aniversario de la muerte del pintor, y entre los muchos momentos de la vida de Pablo Ruiz que se van a recordar, sin duda alguna uno de los más importantes será la historia del Guernica, un cuadro concebido como un encargo del Gobierno de la Segunda República para hacer propaganda de su causa durante la Guerra Civil, y que tras su inauguración se convertirá en el canto antibelicista más importante del siglo XX.

Pero para entender el Guernica hay que viajar en el tiempo. En concreto hasta el 25 de octubre de 1881, cuando un tal Pablo Diego José Francisco de Paula Juan Nepomuceno María de los Remedios Cipriano de la Santísima Trinidad Ruiz y Picasso llega al mundo en Málaga. Al igual que otros grandes genios de la historia como Mozart o Beethoven, el talento de Picasso será muy evidente desde la más tierna infancia, pintando como un profesional a los siete años, y haciendo su primera exposición a los diez.

Tras una compleja evolución que le lleva a vivir a París, el pintor acaba decantándose por el cubismo, una corriente pictórica de la que se le considera fundador, y que encontrará su máxima expresión precisamente en el Guernica.

El joven pintor nunca había escondido sus afiliaciones políticas, pero si se había quedado totalmente al margen de la situación en España tras su traslado a Francia. Picasso fue miembro del Partido Comunista y tuvo ciertos escarceos con el anarquismo, uno de los cuales, por cierto, le llevó a ser acusado del robo de la Mona Lisa en el mismísimo Museo del Louvre.

Desde fuera de España el pintor vio con cierto escepticismo la llegada de la República, con la que no tuvo ninguna relación hasta 1936, cuando el mismísimo Manuel Azaña le convierte en Director Honorífico del Museo del Prado ya tras el comienzo de la Guerra.

Esta nueva relación de Picasso con el Gobierno Republicano se verá plasmada al año siguiente, cuando le hacen el encargo de pintar un gran mural con el que decorar el pabellón dedicado a la República Española de la Expo Universal de París de 1937.

A pesar de las reticencias iniciales, Picasso acepta el encargo al que acompaña con la creación de una especie de postales satíricas sobre Franco que también se venderán durante la exposición.

La República entrega al autor unos 200.000 francos, aproximadamente 30.000 euros, que convierten al Guernica en su obra mejor pagada hasta el momento.

Sin embargo, la inspiración no llega, y no lo hará hasta el 26 de abril de 1937, cuando la Legión Cóndor alemana bombardee la histórica localidad vasca de Guernica.

Picasso tiene noticias del bombardeo días después, lo que le da la idea para crear su obra maestra. El Guernica se inaugura en julio del 37, casi dos meses después de la apertura de la Expo, y desde el primer momento crea una gigantesca controversia al ser vista por el mundo entero como una obra de propaganda política.

Sin embargo, una gira por medio mundo transforma esa imagen, especialmente tras el final de la Segunda Guerra Mundial, convirtiendo al Guernica en el símbolo del sistema mundial nacido tras la caída de Hitler.


SALUD INTEGRAL


 

Durante casi cuarenta años el cuadro permanece en exposición en el MoMa de Nueva York por expreso deseo de Picasso, que dice con absoluta claridad que no permitirá el retorno del cuadro a España “hasta que se reinstaure la República”.

A pesar de la petición, en 1968 Franco intenta recuperarlo, encontrándose con la negativa del Gobierno Estadounidense.  Sin embargo, el comienzo de la guerra de Vietnam y la ola pacifista convierte la posesión del cuadro en un problema para Estados Unidos, pues se convierte en símbolo de la protesta, realizándose quedadas pacíficas en la sala en la que permanece expuesto.

El 28 de febrero de 1974, activistas lanzan pintura roja sobre el lienzo para criticar la participación del país en la guerra, lo que provoca una absoluta conmoción mundial. Por suerte, el barniz que protegía la pintura permite su limpieza, no quedando hoy restos del ataque.

Tras la muerte de Franco y del propio Picasso, el Gobierno de España comienza a convertir en cuestión de Estado la recuperación del que ya denominan “el último exiliado”, iniciando cuatro largos años de negociaciones con Estados Unidos en que España debe demostrar la propiedad del cuadro y la restauración de la República.

Lo primero lo consiguen mostrando los recibos del pago a Picasso; y lo segundo transformando la “restauración de la República” en “recuperación de las libertades”.

El gobierno estadounidense acepta la petición de España, y pone en marcha junto a los servicios secretos la llamada operación Cuadro grande, una operación por cierto que a punto estuvo de frustrarse por culpa de uno de los cineastas más importantes de la historia de España.

Luis García Berlanga se encontró por casualidad en Nueva York con el Ministro de Cultura, Iñigo Cavero, y le preguntó directamente: “¿no habréis venido a robar el Guernica?”. El político obviamente no respondió, si bien tan solo unas horas después comenzaría la operación secreta.

Tras trasladarse al MoMa, el director del museo ordenaba, en horario de cierre al público, descolgar el cuadro y enrollarlo, una operación que terminaba al día siguiente con la firma de los papeles de cesión y la entrega efectiva del lienzo colocado dentro de una caja.

Un providencial apagón eléctrico en la ciudad de Nueva York hizo que el traslado hasta el aeropuerto fuese mucho más sencillo, al igual que la inclusión de la caja en un avión de pasajeros de Iberia, pasajeros y tripulación que, a excepción de piloto, no supieron hasta llegar a Barajas que habían entrado en la historia.

Y así el Guernica llegó a España un 10 de septiembre de 1981, tan solo seis meses después del intento de golpe de Estado del 23 F, para instalarse en el Casón del Buen Retiro, junto al Museo del Prado, algo, por cierto, que también fue petición expresa de Picasso, donde pudo ser visto desde el 25 de octubre tras un cristal blindado y custodiado por la Guardia Civil.

Pero 10 años después, el Gobierno decidía trasladar el cuadro hasta el recién inaugurado Museo Reina Sofía, que desde entonces será la casa de una de las obras de arte españolas más importante de todos los tiempos.

 

Samuel Román

eltelescopiodigital.com