El “Cabezón” más buscado del cine español

 

Los premios Goya están a punto de cumplir 40 años

 

 

Además de ser el mes del Carnaval y de San Valentín, Febrero es también el mes del cine, pues no en vano es el momento del año en que la Academia de Cine de Hollywood entrega sus premios Oscar. Y no son los únicos que lo hacen, pues desde hace casi 40 años la Academia de Cine de España hace lo propio con los premios Goya, unos galardones que han ido creciendo en prestigio y que durante muchos años se fabricaron en una nave de Torrejón.

Pero vamos al principio. Un 12 de noviembre de 1985, en medio de la crisis galopante que había provocado la reconversión industrial, el mundo del cine decide tomar cartas en el asunto para intentar salvar la industria. De tal forma, el productor Alfredo Matas reúne en el restaurante O´ Pazo de Madrid a representantes de directores, productores, actores, montadores, guionistas, músicos y decoradores, en lo que se considera el germen de la asociación que tan solo un año después se convertiría en la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España.

Fundada la Academia, que tenía su sede en la calle Génova, comenzaron a planificar unos premios que siempre tuvieron claro cuál era el modelo a seguir. Y es que los Goya nunca han negado su intención de emular a los Oscar de Hollywood o los César franceses.

Para entender la historia de las ceremonias de entrega de premios hay que viajar casi un siglo en el tiempo. El 16 de mayo de 1929 el Hotel Roosevelt de Los Ángeles entregaba los primeros premios Oscar, unos galardones concedidos por la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas creada por el Presidente de Metro Goldwin Mayer para mejorar la imagen pública de la industria del cine, y como forma de mediación en las disputas laborales. Y es que los Óscar se concibieron como una recompensa a los méritos obtenidos en la industria.

La estatuilla de oro se crearía un año después, y fue obra del escenógrafo de la Metro Cedric Gibbons. El actor y director mexicano Emilio Fernández fue el modelo escogido para representar al personaje que tras la histórica exclamación de Margaret Herrick pasaría a la historia como Óscar.

Esta segunda entrega de 1930 llegaba con otra novedad importante, pues a diferencia de lo que había ocurrido un año antes, en esta ocasión los ganadores no se desvelaron hasta la misma noche de la gala, si bien y para que los periódicos pudiesen publicarlo al día siguiente, sí se entregaba la información a las principales cabeceras, algo que se mantendrá durante una década, hasta que Los Ángeles Times Times, para tener en exclusiva las primeras declaraciones de los ganadores, les llame para comunicárselo, lo que hizo que en 1941 se optase por el modelo actual, con el sobre lacrado que solo se abre en el momento de la gala.

 


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Este modelo de ceremonia fue copiado en las décadas siguientes por premios como los Emmy, los Grammy, los Tony, o en el mundo del cine los César franceses, los BAFTA británicos, o los David italianos.

Y en España también sirvió para poner en marcha los premios Goya. Eso sí el nombre de Goya no estuvo exento de polémica. Los académicos debatieron entre otros nombres como premios Lumière, Buñuel o Soles, si bien la Asamblea decidió finalmente que fuese el pintor aragonés el encargado de darles nombre, pues se trataba de un pintor mundialmente conocido y representativo de la cultura española, su nombre era corto y fácilmente recordable, y su concepto de la pintura se asemejaba al cine.

Tras elegir el nombre, tocaba crear la estatuilla y la Academia recurrió al malagueño Miguel Ortiz Berrocal que creó un busto de bronce desmontable que en su interior llevaba una cámara fotográfica y que pesaba unos 15 kg.

Este Goya era, como mínimo, poco manejable y por eso desde la cuarta edición se optó por otro modelo. El torrejonero José Luis Fernández creaba una versión reducida del busto, que representa una obra original de Mariano Benlliure, y que, a pesar de seguir siendo de bronce, pesaba mucho menos al reducirse el grosor de las paredes. Aún así el “cabezón”, como se le empieza a conocer popularmente, tiene un peso de entre dos kilos y medio y tres.

Fernández, desde su nave en el polígono de Las Monjas de Torrejón, se encargará de hacer la estatuilla hasta que en 2023 la Academia decida encargar la realización del trofeo a la Fundición Codina, situada en Paracuellos, que utilizan bronce reciclado para la estatuilla.

Así las cosas, el 17 de marzo de 1987 se celebra la primera Gala de Entrega de los Goya en el Teatro Lope de Vega de Madrid. Es una gala muy diferente a las actuales pues comenzó con la entrega de un Goya de Honor al Rey Juan Carlos I y no terminó con el discurso del director ganador del premio a la mejor película, pues Fernando Fernando Gómez, guionista y director de “Viaje a ninguna parte”, se quedó en casa durmiendo en lugar de acudir a la Gala.

Eso sí, al año siguiente sí acudió a una Gala que se celebra en el Palacio de Congresos de Madrid, que se convertirá en sede permanente al igual que el Kodak Theater de Los Ángeles en el caso de los Oscar. Y así será hasta que en el año 2000 los Goya viajen fuera de la capital, en concreto, a Barcelona donde el Auditorio de Rafael Moneo acogerá la ceremonia.

Tras otro largo periodo en el Palacio de Congresos, y un paseo en 2011 hasta el Teatro Real, los Goyas se instalan en el Hotel Auditorium hasta la edición de 2019, que marca el cambio de modelo por el que desde entonces la Gala viaja cada año a una ciudad diferente. Así han acogido los Goya Sevilla, Málaga, Valencia, Valladolid y en este 2025 lo hará Granada.

Pero la historia de los premios no ha estado exenta de polémica. Los de 2003 se convierten en un permanente alegato contra la guerra de Irak; y los del año siguiente enfrentan a Víctimas del Terrorismo con el director Julio Medem por la película “La pelota vasca”. La Gala de 2005 fue considerada por los propios académicos como “politizada a favor del PSOE” y estuvo presidida por el propio Zapatero.

Pero no fueron las únicas reivindicaciones que se han producido sobre el escenario de los Goya. En el 98 José Luis Borau abrió la Gala mostrando las manos blancas frente al terrorismo, horas después del atentado contra los Jiménez Becerril en Sevilla; y en el 93 los premiados subieron con lazos rojos para visibilizar la enfermedad del SIDA.

En 2011 el 25 aniversario de los Premios estuvo marcado por la aprobación de la Ley Sinde, con un encendido alegato a favor de la libertad de expresión e Internet por parte de Álex de la Iglesia, que a la postre, le costaría el puesto.

Pero también ha habido momentos para el recuerdo, como Rosa María Sardá acariciando al “Cabezón” gigante que ocupaba el escenario minutos antes de recibir el premio a mejor actriz de reparto en el 94, en una Gala presentada por ella misma; o Pedro Almodóvar, entregándole a Carmen Maura un trozo del Muro de Berlín en la Gala de 1990 para reconciliarse con ella; o el mismo Almodóvar cantándole el “Cumpleaños Feliz” al Príncipe Felipe en la gala del año 2000.

Y es que la historia de Almodóvar y los Goya está llena de luces y sombras. Tras no llevarse ningún premio a pesar de estar nominado en quince candidaturas por “Átame” en 1990, Almodóvar es el director más premiado de los galardones, con cuatro Goyas y diez candidaturas. Sin embargo la película más premiada de la historia corresponde a Alejandro Amenábar, que consiguió catorce Goyas de quince candidaturas por “Mar Adentro” en 2004. El podium de las más premiadas lo completan “Ay Carmela”, con trece premios de quince candidaturas en 1990; y “La sociedad de la nieve”, con doce premios de trece candidaturas en 2023.

La película más nominada de la historia es también protagonista de uno de los grandes fiascos, al solo convertir cinco premios de las veinte candidaturas a las que optaba Fernando León de Aranoa por “El buen patrón” en 2021. Y hablando de fiascos, también es recordado el vivido en 2001 cuando “La Comunidad” de Álex de la Iglesia aspiraba a quince Goyas y se conformaba con tres; o el de “Los girasoles ciegos” en 2009, que buscaba quince premios y se quedó con uno.

Aunque Almodóvar sea el director más premiado, no es ni de lejos el cineasta que más Goyas tiene en casa. Así este título corresponde al compositor Alberto Iglesias, que ha conseguido el Goya a Mejor Música Original en once ocasiones.

Fernando Trueba, protagonista involuntario de una enorme polémica en 1999, cuando José Luis Garci se dio de baja de la Academia al considerar que se habían comprado votos para hacer ganadora a “La niña de tus ojos”, es el profesional del cine con más premios en distintas categorías, al sumar nueve entre director, guionista, película documental, película de animación y productor.

Y también en el podium aparece otro torrejonero, Reyes Abades, que se llevó nueve cabezones en la categoría de Mejores Efectos Especiales. En cuanto a los actores Javier Bardem, con seis premios; y Carmen Maura y Verónica Forqué, con cuatro cada una, son los más premiados; mientras que el récord de candidaturas lo ostentan Antonio de la Torre con 14, y Penélope Cruz con doce.

El próximo año los Goya cumplirán cuarenta ediciones, y todo apunta a que lo celebrarán por todo lo alto. De momento en este 2025 la trigésimo novena edición lleva los premios hasta el Palacio de Congresos de Granada, con Leonor Watling y Maribel Verdú como presentadoras, y “El 47” como gran favorita, al contar con 14 nominaciones en una Gala que se celebrará el 8 de febrero y que entregará el Goya de Honor a Aitana Sánchez Gijón.

 

Samuel Román

eltelescopiodigital.com