El Arte de Tespis
El Día Mundial del Teatro cumple sesenta años
Un 27 de marzo de 1962, un grupo de países europeos estrenaba en Helsinki un festival llamado a convertirse en el principal encuentro teatral de Europa, cuya fecha de inicio iba a ser el comienzo de la temporada del Teatro de las Naciones de París.
A los pocos años este encuentro dejó de realizarse, pero la fecha perduró. Tanto es así que, desde el año siguiente, el Instituto Internacional de Teatro de la UNESCO nombró oficialmente esa fecha como Día Internacional del Teatro.
Desde entonces han pasado 60 años en los que la celebración ha crecido mucho, hasta el punto de que son pocas las ciudades del mundo que no lo celebran de una forma u otra.
Y es que las artes escénicas, en todas sus dimensiones, son casi connaturales al ser humano. Tanto es así que los ritos chamánicos pueden considerarse un antecedente lejano del teatro. Sin embargo será en la antigua Grecia donde nazca el teatro tal y como lo conocemos en Occidente.
Las fiestas en honor a Dionisos, las dionisíacas con que se celebraba la llegada de la Primavera, y que, en muchos aspectos, son precursoras del Carnaval, crecerán de forma muy importante durante el siglo VII aC, y en el 534 Pisístrato creará sus propias Dionisiacas, una gran fiesta de cinco días que no tardará en convertirse en la principal fiesta de Atenas, y que se celebrará con el nombre de Grandes Dionisias para diferenciarlas del resto de fiestas, o Dionisias Rurales, que se celebrarán por toda la región.
En esencia, el acto central consistirá en una gran procesión de trasgos, personas disfrazadas que simulaban ser sátiros, acompañando un carro con la imagen del Dios. Tras pasear por las calles cantando y bebiendo, los trasgos asistían al acto religioso propiamente dicho, el sacrificio ritual de un carnero cuya sangre regará los campos como símbolo de fertilidad. Durante el sacrificio los trasgos, convertidos en coro y dirigidos por un director, el corifeo, entonarán unas composiciones breves e improvisadas de carácter satírico, los ditirambos, mientras bailan alrededor del altar.
La institucionalización de la fiesta provoca un cambio importante en su propio concepto, pues los tradicionales desfiles evolucionarán en un evento mucho más refinado. Pisístrato organiza un concurso de ditirambos al que se presentan los principales corifeos del país. Y entre ellos se encuentra un arconte de Dionisos de nombre Tespis.
Tespis, que ya se había hecho bastante popular en la ciudad tras su participación en las fiestas, optó para el concurso por una auténtica revolución: en lugar de actuar como corifeo dirigiendo al coro, se convirtió en otro personaje que dialogaba con el corifeo incluyendo partes habladas en la composición, lo que le convierte en el primer actor de teatro de occidente.
Su propuesta gana el Concurso, y la fama de Tespis comienza a extenderse por toda Grecia. Además el ex sacerdote sigue incluyendo innovaciones, como las máscaras para que el actor pueda interpretar varios personajes, y que darán lugar al símbolo universal del teatro, las efigies que expresan la alegría y la tristeza, o la comedia y la tragedia, representadas por las musas Thalia y Melpómene.
Pero no a todo el mundo le gustan las novedades que incluye Tespis en sus espectáculos, y uno de sus principales detractores será Solón, que, al convertirse en legislador, castigará con el destierro al autor. Tespis, expulsado de Atenas, montará todos los elementos de su espectáculo en un carro y comenzará giras teatrales por toda Grecia, fundando la primera compañía itinerante de teatro.
La importancia de Tespis es tan grande que aún hoy a los actores se les llama tespianos, el Teatro es “el arte de Tespis”, y la vocación de actor se denomina “subirse al carro de Tespis”. •
Samuel Román
eltelescopiodigital.com