Comienza el año del Dragón de Madera

 

La celebración del Año Nuevo Chino ya es una cita obligada del mes de febrero

 

Además de Carnaval y San Valentín, el mes de febrero incluye otra cita que ha ganado protagonismo en los últimos años, y es que cada vez son más las localidades que celebran el Año Nuevo Chino con desfiles y actos especiales. Así durante quince días la comunidad china celebra su particular cambio de año llenando de color rojo las calles de las ciudades.

Eso sí, se trata de una fecha cambiante pues, en lugar de regirse por el calendario solar que marca los meses del año en el cómputo gregoriano, lo hace por el calendario lunar, que establece el comienzo del año en la luna nueva más cercana al punto intermedio entre el solsticio de invierno y el equinoccio de primavera.

Esta fecha se sitúa entre los últimos días de enero y la primera quincena de febrero, y en este 2024 se celebrará el próximo 10 de febrero, o más bien comenzará a celebrarse, pues la fiesta se prolonga durante dos semanas.

La celebración del Año Nuevo comienza en la víspera de la Fiesta de la Primavera, y lo hace con una noche parecida a la Nochevieja que recibe el nombre de “Chuxi” que da lugar a la mayor migración humana del planeta, pues es tradicional viajar a los lugares de origen para celebrar las fiestas con la familia.

Durante esta noche se celebran las principales tradiciones de la cultura china, como la entrega del “sobre rojo” a los niños con dinero en su interior; o la elaboración de los “jiaozi”, empanadillas chinas que se consumen en estas fechas.

Pero, al igual que ocurría en otras culturas, los últimos días del invierno son también el momento en que se debilita la separación entre el mundo de los vivos y el de los muertos. Esto lo simbolizan con la aparición de “Nian”, una bestia que habita bajo el mar y que sale de su escondite en los primeros días del año.

 


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La leyenda cuenta que el “Nian”, palabra que se utiliza para referirse al año, era un monstruo con largos cuernos que salía del océano en la noche de Nochevieja para devorar todo lo que encontrase a su paso. Los habitantes de los pueblos de la costa huían hasta las montañas para refugiarse de la bestia, y así lo hicieron hasta que un fin de año un anciano desafío al monstruo.

Tras quedarse solo en el pueblo donde había pedido alojamiento, el anciano decoró con adornos rojos la casa lo que atrajo al monstruo.  Pero cuando se acercó lo suficiente, el anciano comenzó a provocar explosiones con ramas de bambú, lo que hizo a la bestia temblar. Y tras ello el hombre salió completamente vestido de rojo, lo que asustó al “Nian” y lo hizo huir al fondo del mar.

Desde entonces los quince días entre la primera luna nueva y la primera luna llena del año que comienza se caracterizan por estos tres elementos: petardos, luces y el rojo como color predominante, unos elementos que se mantienen hasta el “Festival de los Farolillos” con el que termina la celebración y que marca el inicio de la primavera.

Pero más allá de la leyenda, la Fiesta de la Primavera marca el comienzo del año para los chinos, un año que simbolizan con uno de los doce animales que conforman su zodiaco. Así, por ejemplo, este 2024 será el año del Dragón, símbolo del poder, la nobleza, el honor, la suerte y el éxito. Pero además los chinos hacen que cada ciclo de doce esté unido a uno de los cinco elementos, lo que aumenta la profundidad de la predicción.

En concreto el año que comienza será el del Dragón de Madera, que simboliza la creatividad, la longevidad y la sabiduría. Así los chinos afirman que este será un buen año para construir, defender la dignidad y los valores humanos, y emprender nuevos proyectos. También será un año de rebeliones, con mucha actividad física y mental; y con luchas para conquistar los objetivos, algo que, por cierto, también parece simbolizar el hecho de que este 2024 vaya a ser un año bisiesto en la cultura occidental, lo que tradicionalmente se vincula con catástrofes, desastres y revoluciones.

Las fiestas del Año Nuevo Chino terminan quince días después de comenzar, justo cuando la luna se convierte en luna llena. En esa noche, los farolillos que han permanecido decorando las casas se iluminan en el tradicional “Festival de los farolillos”, lo que da a las ciudades y pueblos un sorprendente tono rojizo durante la noche.

Esta tradición también tiene un origen legendario vinculado a la expansión del budismo por China. En concreto cuenta la leyenda que Ming, segundo emperador de la dinastía Han, escuchó que en muchos templos budistas se encendían linternas para mostrar respeto a Buda en el decimoquinto día del primer mes lunar del año. Encantado por la belleza de la ceremonia, ordenó que la costumbre se extendiese por todos los palacios y hogares del país, convirtiéndolo en la tradición que cierra las celebraciones del Año Nuevo.

 

Samuel Román

eltelescopiodigital.com