Castilla, tierra de castillos

 

La Zona Este se encuentra plagada de castillos, atalayas, murallas y palacios que recuerdan su origen medieval

 

Si hay una construcción arquitectónica que define la Europa medieval esa es, sin duda, el castillo una fortificación perfectamente identificable que es símbolo y emblema de buena parte de los pueblos del continente. Y la Zona Este no es una excepción, pues son muchos los vestigios del pasado medieval de la región que se alzan imponentes hacia el cielo de Madrid.

El origen de los castillos de Madrid hay que buscarlo en plena Guerra de la Reconquista, pues fueron los árabes los que crearon una zona fronteriza, llamada la marca media de Al-Ándalus, formada por atalayas interconectadas entre sí que constituían una red defensiva para controlar el paso por la Sierra de Guadarrama. Las torres se comunicaban por medio de humadas, o señales de humo, que se encendían en lo más alto de las atalayas para alertar de situaciones de peligro.

Entre estos torreones se encuentran algunos de los más antiguos vestigios arquitectónicos de la región, como la Atalaya de Arrebatacapas en Talamanca, el castillo de Malsobaco en Paracuellos, el castillo de Alcalá la Vieja, o los desaparecidos torreón que da nombre a Torrejón de Ardoz, Castillo de Cervera en Mejorada, y Castillo de Ribas.

Junto a esta red de atalayas se crearon recintos amurallados para proteger las ciudades, como por ejemplo en Torrelaguna, en Talamanca de Jarama, o en la misma Alcalá, donde se conserva uno de los tres recintos amurallados que tuvo la ciudad, y que engloba el Palacio Arzobispal. De la Muralla de Alcalá se conservan unos 700 m de longitud de los casi cinco kilómetros originales, y dieciséis de las veintidós torres.

Más al sur Santorcaz también conserva su muralla, o al menos los restos de lo que fue, con hasta ocho torres del recinto fortificado que protegía el Castillo de Torremocha.

Con el avance de la Reconquista, estas fortificaciones fueron adoptadas por los cristianos, que las convirtieron en auténticos mastodontes defensivos creando la imagen del castillo tal y como lo conocemos hoy en día.

 


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Así, los castillos se construyeron con una serie de características defensivas para proteger a sus habitantes de los ataques enemigos. Estas características incluían muros gruesos y altos, torres de vigilancia, fosos, puentes levadizos, almenas para permitir a los defensores disparar flechas o lanzar proyectiles, y fortificaciones adicionales como barbacanas y torres de flanqueo. Los castillos variaban en tamaño y diseño, pero generalmente seguían una estructura similar. Solían tener una torre principal o torre del homenaje, que era la residencia del señor feudal y su familia. Alrededor de esta torre principal se construían patios y otras estructuras, como cocinas, establos, capillas y alojamiento para los sirvientes. Los castillos se construían principalmente con piedra, aunque en algunos casos se utilizaban maderas resistentes o adobe. La piedra era preferida debido a su durabilidad y resistencia. La construcción de un castillo era una tarea monumental y requería una gran cantidad de mano de obra y recursos.

Y para hablar de estos castillos hay que volver a Alcalá, pues el origen de su Palacio Arzobispal es precisamente este: un castillo de origen medieval destinado a la protección de la ciudad. También fueron castillos defensivos el Castillo de Villarejo de Salvanés, del que sólo se conserva la Torre del Homenaje; y el histórico Castillo de Fuentidueña, conocido como Torre de los Piquillos, que fue residencia de Doña Urraca.

También comenzó como fortaleza el castillo de Chinchón, uno de los dos que posee la localidad, y que fue destruido en 1520 por los comuneros y reconstruido como Palacio. El otro es el castillo de Casasola, construido sin licencia, y abandonado tras terminar de construirse.

El tercer tipo de castillos qué pueden verse en la Zona Este, y en el resto de España, son los denominados Palacios, estructuras similares a castillos pero que ya no tenían una función defensiva, sino puramente de ostentación al estilo de los Palazzos italianos.

Las órdenes de caballería y las casas señoriales convirtieron los castillos en uno de los principales elementos del feudalismo en la península, y entre los palacios más significativos de la Zona Este hay que hablar del Palacio Arzobispal de Alcalá, que tras ser un castillo defensivo se convierte en Palacio renacentista; el Castillo de Torremocha en Santorcaz que se convertiría en residencia del arzobispo de Toledo y que fue prisión para la princesa de Éboli y residencia del mismísimo Cardenal Cisneros; el Palacio de Aldovea entre Torrejón y San Fernando; o el Castillo de los Condes de Chinchón, hoy abandonado tras ser expoliado e incendiado en la guerra de la independencia de 1808.

Pero si hablamos de castillos en Madrid es imposible no referirse al llamado Castillo de los Mendoza en Manzanares el Real, uno de los castillos más importantes de España, y uno de los que mejor se conserva, además de ser símbolo de la Comunidad de Madrid, pues no en vano el Estatuto de Autonomía de la región se firmó entre sus almenas.

 

Samuel Román

eltelescopiodigital.com