Cientos de miles de personas acompañan a la Virgen de la Cabeza en su Romería, tras dos años sin poderlo hacer
La fiesta, que se celebra en Andújar el último fin de semana de abril, quiere se declarada de Interés Turístico Internacional
Pasión, devoción, fervor, rezos, lágrimas... pero también alegría, bailes, orgullo, fraternidad, buenos vinos... Todo ello convive en la celebración de la Romería de la Virgen de la Cabeza en Andújar (Jaén), en plena Sierra Morena, junto al Parque Natural Sierra de Andújar, uno de los pocos lugares donde es posible ver en libertad al lince ibérico. Se dice que es la más antigua de España, fechada en la primera mitad del siglo XIII, y la que más peregrinos reúne, con la excepción, quizá, de su vecina la del Rocío. La fiesta está declarada como de Interés Turístico Nacional desde 1980 y aspira a ser, en breve, de Interés Turístico Internacional.
¿Qué hace que hasta 500.000 personas –fieles, peregrinos, devotos o simples turistas– acudan cada último domingo de abril a rendir tributo a esta Virgen en este lugar remoto de la Andalucía profunda? Porque la talla no es gran cosa –es de madera de cedro policromada en estilo bizantino oscurecida con el tiempo, lo que hace que se conozca como “La Morenita”–, tampoco es antigua ya que desapareció durante la Guerra Civil y ésta es de 1944, aunque llegó a Andújar en 1960, el manto y la saya son modestos y tampoco tiene muchas joyas. Que se sepa, tampoco es milagrosa, aunque su origen sí lo fue. Cuenta la tradición que en la noche del 11 al 12 del mes de agosto de 1227, a unos kilómetros de la zona de la batalla de las Navas de Tolosa que en 1212 enfrentó a árabes y cristianos, un pastor de Colomera (Granada), Juan Alonso de Rivas, vio extrañas luces y sonidos de campanas entre matas y rocas en lo alto de un cerro y allí encontró una imagen de la Virgen de la Cabeza que le curó el brazo y pidió que en ese lugar se construyera un santuario. Pocos años después la Virgen conseguía su petición.
Muchas preguntas y pocas respuestas, aunque tal vez una tradición de 800 años sea una de ellas. Pero el hecho es que la Virgen de la Cabeza de Andújar (más correctamente María Santísima de la Cabeza) contaba ya en el siglo XVII con más de 70 cofradías surgidas de la cofradía matriz en Andújar y la cifra ha seguido creciendo hasta casi 90. Probablemente es la Virgen con más cofradías, agrupaciones, hermandades o gremios de toda España y algunas están en América Latina. Así se explican los cientos de miles de personas que se concentran el último fin de semana de abril, este año, tras dos de suspensión por el Covid, del 21 al 24 de abril. “Han sido tiempos difíciles –indica el alcalde de Andújar, Pedro Luis Rodríguez Sánchez– de los que aprender para seguir avanzando en este camino de vida y hermandad hasta llegar hasta hoy, en el que podemos festejar de manera plena esta celebración ancestral y universal”.
Camino de ida y vuelta
Aunque los días grandes son en el fin de semana, ya en el pasado Domingo de Resurrección una multitud llenó la Plaza de España para la tradicional bendición del caballo romero que se unió con el segundo domingo de proclamación y convite de banderas. Ya entonces se empezó a preparar el espectacular dispositivo de seguridad formado por más de 400 personas, entre agentes de la Guardia Civil y de la Policía Nacional, junto a personal de la Dirección General de Tráfico y del Centro Lugar Nuevo, y que estarán apoyados por más de 140 vehículos y dos helicópteros. También se ha puesto en marcha un sofisticado sistema que permite localizar de inmediato a una persona por su móvil al hacer una llamada de emergencia. Todo a punto para comenzar la fiesta con total tranquilidad.
El sonido de las campanas y una lluvia de pétalos de rosas reciben el jueves a la Virgen de la Cabeza en la salida de su basílica en el Cerro del Cabezo, tras más de dos años de reclusión, ante los aplausos y gritos de miles de peregrinos llegados de toda España a esta singular romería que, como todas, tiene un camino de ida y vuelta de solo tres días, desde el santuario donde permanece durante el resto del año. La imagen, llevada en andas por casi un centenar de cofrades que han tenido que pugnar por ese puesto de honor, tiene un largo recorrido que le lleva a la Plaza de España, donde recibe miles de flores, a San Miguel Arcángel donde es entronizada en el atar mayor y, ya el viernes temprano, hacia el Puente Romano donde se reciben a las cofradías filiales, con sus abanderados y sus gigantescas banderas que le rinden honores para luego llegar a la Plaza de España, donde, tras la Salve, se saluda a la Virgen con fuegos artificiales.
Comienza la Romería
El arranque floral de la primavera sirve de marco al ir y venir por los caminos de la sierra. Los romeros a pie, caballo, en mulos o en carretas, manifiestan una expansión festiva, pero de honda y sincera devoción, haciendo de la convivencia su mejor forma de oración. El viernes se realiza el paseíllo de caballos y otros actos culturales que culminan con la recepción oficial de cofradías llegadas desde todos los lugares del país y el extranjero, con esa recepción da comienzo la Romería. La Real Cofradía Matriz de Andújar en corporación y junto al alcalde de la ciudad recibe en los jardines de Colón a todos aquellos que al día siguiente han de subir al Santuario, para darle la más cordial bienvenida. Se inicia así el desfile por las principales calles de la ciudad, hasta el Ayuntamiento donde se entonará una salve.
Sigue en la mañana del sábado el desfile de la Cofradía Matriz por las calles de la ciudad, cuyo cortejo se incrementa con un mayor número de jinetes, amazonas y parejas a la grupa, sin olvidar los mulos enjaezados y las jamugas. Luego se incorporan las carrozas tiradas por tractores o animales, algunos vehículos 4x4 y decenas de miles de personas andando. Les espera un camino de unas 10 horas que atraviesa un paraje único de naturaleza de la sierra jienense. El ambiente festivo de la salida se mantiene a lo largo del trayecto que lleva hasta la ermita de San Ginés, primera parada del día, para continuar hasta la pradera de "Lugar Nuevo", junto al río Jándula, donde se almorzará para después continuar el camino hacia el Santuario. Esta concentración en la amplia pradera es, seguramente, el momento más festivo y desenfadado, cuando se comparten comidas, vinos, risas, cantos y bailes. Los abanderados de las distintas cofradías hacen sus demostraciones y habilidades con los inmensos paños.
Es también el momento de descubrir algunos de los manjares típicos de Andújar. Aunque en una comida campestre los protagonistas siguen siendo la tortilla de patata, los embutidos y los quesos, no faltan quienes se esmeran los días anteriores para preparar platos más elaborados, como la popular “carne de monte”, un guiso de ciervo en adobo y las otras carnes de caza: jabalí, conejo, perdiz..., aderezados a su vez con especias procedentes de su sierra, y regados con el sabor inconfundible de su extraordinario aceite de oliva. También abundan algunos ejemplos autóctonos como el flamenquín, originario de Andújar, aunque Córdoba se haya apropiado de su popularidad. Son frecuentes otros platos como las migas, el salmorejo, el ajoblanco, la alboronía (especie de pisto, realizado con berenjenas, tomates, pimientos, zanahorias, cebolla, guisante, calabacín, etc.), los espárragos en salsa y las aceitunas “aliñás” de Andújar.
La gran noche de vísperas
Aunque no es fácil llegar al santuario, los que lo logran pueden contemplar las presentaciones ante la imagen de las distintas cofradías. Durante toda la noche en el camarín se palpa una entrañable intimidad con la Santísima Virgen. En el templo es masiva la participación en las misas y rosarios que se celebran. Y fuera de él sigue la fiesta. Los que pueden duermen en las carretas, en el suelo con sacos de dormir, en tiendas improvisadas o en algunos espacios reservados en la Casa Cofradía Matriz. Pero muchos no duermen y dedican el tiempo a charlar, cantar, bailar, seguir comiendo y bebiendo, alternando con alguna visita al camarín o la asistencia a lagunas de las varias misas y rezos.
Y por fin llega el domingo, el día grande, la culminación de la fiesta, la apoteosis de María en la cima de su sierra. Un altar se instala en la explanada del Santuario para que la mayoría de los romeros y peregrinos puedan asistir y participar en la Eucaristía. El volteo de las campanas del templo anuncia, cerca del mediodía, el momento más solemne y culminante de la romería, la procesión de la Santísima Virgen de la Cabeza. A lo largo de la calzada se han formado previamente todas las cofradías y multitud de devotos se agolpan a las andas con la imagen que comienza a recorrer las calzadas del cerro. Arropando a la imagen y haciendo equilibrios dos monjes trinitarios acercan a los niños pequeños en brazos a la Virgen. Los adultos se conforman con arrojar prendas que se pasan por la imagen y quedan de ese modo bendecidas.
Se cree que entre los romeros de hace tiempo estuvieron Miguel de Cervantes que menciona la Romería en "Los trabajos de Persiles y Segismunda" (1617), y Lope de Vega en "La tragedia del rey don Sebastián" y en "La conversión del príncipe de Marruecos".
Cuando la Imagen vuelve a su camarín, tras cuatro horas de recorrido, comienza un nuevo año para los peregrinos que vuelven a sus lugares de origen, llevando consigo romero y estadales para repartir entre los amigos y familiares y también el "pito" de barro, un pequeño instrumento musical popular del que se tiene referencias desde el siglo XVII, y animarles a que les acompañen al año siguiente.
Enrique Sancho
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