15 buenas razones para descubrir los secretos de Albacete
La ciudad manchega tiene mucho que ofrecer para recorrerla con calma
Texto: Enrique Sancho
Fotos: Carmen Cespedosa y archivo
Desde siempre se ha dicho que Albacete es una ciudad de paso, pero eso se ha interpretado mal. No es una ciudad por la que pasar y seguir, es de paso porque siempre ha sido un cruce de caminos, un lugar de encuentro en las rutas entre Andalucía y Levante, entre la meseta y el litoral. Eso, en realidad, le da en parte su grandeza. No es casual que la ciudad contase con ferrocarril desde 1855, apenas siete años después del primer tren en España y que todavía hoy, en la moderna estación del AVE, que se llama Los Llanos, como muchas cosas en esta ciudad, tengan parada más de 200 trenes diarios que van a una veintena de destinos de todas las compañías que operan en el país: Renfe, Ouigo, Yrio y Avlo.
Pero tantos caminos que la cruzan y tantos destinos que la señalan como origen o final, tal vez hacen olvidar que esta ciudad tiene mucho que ofrecer, que sus calles y parques merecen ser recorridos con calma y que, como los cazadores de tesoros en los mercadillos, hay que rebuscar para descubrir sus secretos. A eso se han dedicado millones de visitantes a través de los siglos, que se han visto seducidos por los ocultos encantos de esta ciudad. Convencer a esos visitantes “de paso” de que se queden unos días a disfrutar sus secretos es una de las prioridades de joven alcalde de la ciudad, Manuel Serrano López, y de la Concejala de Turismo, Rosa González de la Aleja. También de la Asociación Provincial de Empresarios de Hostelería y Turismo de Albacete (APEHT) que preside David Giménez y que tiene a Silvia Ródenas como una de sus más entusiastas promotoras.
Albacete tiene muchas razones, algunas poco conocidas, para merecer una visita. Hay muchas, pero aquí destacaremos solo quince.
La cúpula azul que reta al cielo
Es uno de los símbolos en el centro de Albacete, entre varias casas señoriales que nacieron en los comienzos del siglo XX. La Casa Cabot Jubany compite con su vecina en la calle Mayor la Casa de Juan López en esplendor de las fachadas inspiradas en el Barroco pero también en el Modernismo de la época. Las dos casas asoman elegancia y contundencia seguramente queriendo mostrar cuál es más potente, pero en el caso de Cabot destaca su magnífica cúpula en cerámica azul vidriada que combina con el cielo casi siempre azul de Albacete. Remates vegetales, exuberantes capiteles florales, torrecillas que prolongan los ejes del edificio, la famosa escultura del globo terráqueo sostenido por niños – los Niños de la Bola– y una enorme águila forman un conjunto espectacular, todo un símbolo de la pujante ciudad.
La calle cubierta más bella de España
Lleva el nombre del hombre que la mandó construir en 1925, Gabriel Lodares, y se conoce como Pasaje Lodares y es, sin duda, el símbolo de Albacete y lugar de visita imprescindible a cualquier hora del día porque gracias a su cubierta de hierro y cristal y su luz cenital, cambia su aspecto permanentemente. Hay que apreciar sus retorcidos balcones de forja, sus elaboradas cornisas, sus estatuas y, sobre todo, esa luz tamizada que proyecta su techo acristalado, en la mejor tradición de las galerías comerciales decimonónicas en Europa.
Nació como galería comercial y residencial. Las columnas renacentistas que separan los comercios, soportan una arquitectura posmodernista espectacular en la que se filtran cabezas mitológicas, especialmente de Mercurio, dios del Comercio. También hay otras figuras cuyos modelos fueron, curiosamente, una prostituta que trabajaba en la zona y un albañil de la obra. Es obra del arquitecto valenciano Buenaventura Ferrando Castells y está declarada Bien de Interés Cultural. Durante la Guerra Civil estuvo a punto de ser destruida, ya que allí se encontraba Radio Albacete, tomada por los nacionales en los primeros días de 1936, que repetía constantemente el bando de guerra. Un avión republicano fue enviado desde San Javier en Murcia para bombardear la radio y acallar la sublevación pero, afortunadamente, no lo lograron. Curiosamente la locutora que repetía en bando acabó casándose con uno de los aviadores. Una de las muchas anécdotas que guarda el Pasaje Lodares.
Un refugio antiaéreo que cuenta la historia de la ciudad
A propósito de la Guerra Civil, en la plaza del Altozano –la más popular de Albacete con magníficos edificios que la rodean, con parterres y fuentes situados en el centro y con dos esculturas que representan dos símbolos de la ciudad: el Monumento al Cuchillero, y la Bicha de Balazote, una reproducción en bronce de esta esfinge que evoca el origen ibero de Albacete–, se conserva un refugio antiaéreo construido en 1937 tras el terrible bombardeo que los nazis de la Legión Cóndor sometieron a la ciudad en febrero de ese año, se trata de un conjunto de galerías y pasillos subterráneos que logró salvar la vida de miles de personas durante la guerra, y hoy se ha convertido en un museo vivo de la historia de la ciudad desde los tiempos en que fue bautizada por los árabes como Al-Basit.
Una catedral de cien estilos
Los que quieran estudiar estilos arquitectónicos tienen un excelente escenario en la catedral de San Juan Bautista, gracias a los cuatro siglos que llevó su construcción, desde el mudéjar al siglo XX. Sus cuatro columnas renacentistas fueron la causa para parar las obras y son hoy la principal razón para visitarla. Sobre la antigua iglesia mudéjar se alzaba un templo de base gótica y corona barroca, sostenido en la parte central por cuatro gigantescas columnas renacentistas. Su interior alberga tablas barrocas como la de la Virgen de la Estrella, una pila bautismal rococó, retablos barrocos y renacentistas como el de la Virgen de los Llanos, la representación del calvario en las grisallas de la sacristía de estilo manierista, una custodia de plata dorada de 1583... Llama la atención la decoración con motivos de la Biblia de cada rincón de los muros, pintados sobre lienzo por el sacerdote valenciano Casimiro Félix Escribá García que tardó cinco años en completar las cientos de figuras representadas que ocupan casi mil metros cuadrados y se considera uno de los mayores lienzos del mundo pintado por un solo autor.
Teatro, circo, auditorio... todo en uno
Sólo hay seis en el mundo y éste es el más antiguo, también es el único en España que mantiene una doble funcionalidad escénica y estructural tanto para teatro como para espectáculos circenses, y además también es sala de cine y teatro de ópera. El Teatro Circo (Isaac Peral s/n) fue concebido en el año 1886 por un grupo de inquietos ciudadanos, ávidos por presenciar espectáculos teatrales en un lugar digno y preparado, que tuvieron la idea de crear una sociedad, que llamaron Sociedad del Teatro Circo, compraron un solar y acometieron la empresa de construir un teatro, el primero y el único con el que contaría la ciudad durante varios años. Tiene un exterior un tanto anodino, pero todo cambia al penetrar en él. Su estilo europeo de columnas y estructura de hierro se combina con el árabe de sus arquerías que rezan en árabe la frase “Alá es grande porque es amor.” Además, la cúpula del coliseo es una representación del cielo nocturno donde se pueden contemplar las constelaciones y las estrellas. En él se celebra cada año en febrero el Festival Internacional de Circo de Albacete, uno de los más prestigiosos del mundo. Aspira a ser reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Un vermut y una croqueta
Con las primeras visitas llega la hora del aperitivo y lo que apetece es un buen vermut. Difícil elección en La Bonita de 1850 (Tejares, 10) que propone hasta 250 referencias. El lugar y lo que allí se ofrece es la fusión perfecta entre tradición y modernidad. Su carta está enfocada al picoteo y a compartir, con una calidad de producto y presentación muy notables. Entre sus tapas más originales están el ceviche de corvina y las lendrecillas con ajetes. Aunque si de tapas se trata y de una de las especialidades más características de España, la croqueta, también Albacete es el lugar adecuado. En la pasada edición Madrid Fusión se ha sentenciado que la mejor croqueta de España se ofrece en el restaurante Ababol (Calderón de la Barca, 14) que regenta el joven chef Juan Monteagudo, única estrella Michelin de la ciudad. Es cremosa por dentro y crujiente por fuera, como mandan los cánones del buen comer. Deliciosa en su sabor y perfecta en su textura. El truco, si es que lo hay, son los ingredientes con los que está elaborada: leche de oveja y vaca, nata, mantequilla, jamón ibérico y un poco de gelatina de cola de pescado.
Depósito de agua... y libros
Este hermoso edificio construido a principios del siglo XX, sobre una explanada de grandes dimensiones que representa un gran tablero de ajedrez, es un claro ejemplo de la apuesta de Albacete por conservar sus señas de identidad y recobrar espacios para uso de la cultura en el mundo moderno. De esta forma, los antiguos Depósitos de Agua de la plaza del Sol (Marzo, 50), almacenan otra forma indispensable de supervivencia: libros. Actualmente y desde 2001, alberga la Biblioteca Municipal que ofrece 216 puestos de estudio, una mediateca con 20 puestos de internet, así como una biblioteca y un centro de documentación con más de 15.000 volúmenes y 50 asientos con conexión informática individual. El lugar, hoy, es la recreación de un universo donde lo industrial se torna figura en la torre, recordando la chimenea de una fábrica. Es la segunda biblioteca en importancia de Castilla-La Mancha.
Miles de las mejores navajas del mundo
Tras una espectacular fachada de estilo modernista y aire gótico con vistosos azulejos verdes, construido en el año 1912 y conocido como Casa de Hortelano, se encuentra el Museo Municipal de la Cuchillería (plaza de la Catedral s/n), uno de los tres únicos que hay en Europa, un lugar donde preservar y conservar su herencia histórica; donde recuperar y difundir ese patrimonio cultural y dinamizar el sector de la cuchillería, la artesanía que hace universal a esta ciudad. Se trata de un itinerario histórico y geográfico por la historia de la cuchillería de Albacete, la de mayor prestigio y fama a escala universal desde hace siglos. Navajas de todos los tiempos, de la Edad del Hierro, de Roma en Hispania y de los visigodos. Unas 500 piezas europeas de los siglos XVII, XVIII y XIX. Y un espacio reservado a las tijeras, con decenas de utilidades distintas, que se vienen utilizando desde la Edad del Bronce y ya en la Edad Media toman un cuerpo y una forma idénticos a las de hoy. Hasta marzo de 2026 puede contemplarse la exposición “Navajas con historia: colección Rol” cedida por los hijos del coleccionista holandés Wil Rol, una de las mejores colecciones privadas de cuchillería a nivel mundial. Está formada por 600 navajas del siglo XIX y de origen europeo, principalmente españolas, francesas e italianas. En la tienda del museo y muchas otras en la ciudad se venden todo tipo de navajas, pero hay que tener precaución porque hay normas rígidas sobre su tamaño y si se pueden llevar encima, o incluso en coche o en el tren. Hay que asegurarse de llevar el recibo de compra. Una tradición dice que si te regalan una navaja debes dar algo a cambio. No hay que olvidarlo.
Palacio político y galería de arte moderno
En pleno centro de la ciudad, en el llamado “Bosque del Altozano” y en lo que era el huerto del convento de San Agustín, se encuentra el Palacio de la Diputación, en el paseo de la Libertad. La entrada es espectacular con una escalera de tipo imperial, donde el hierro cobra valor estético en soportes, vidrieras y lucernario. Como en muchos edificios de Albacete, se descubren los detalles modernistas y eclécticos, propios de la época en que se construyó, finales del siglo XIX. Llama la atención que en el interior de un edificio tan clásico, que muestra algunos cuadros cedidos por el Museo del Prado de Madrid –de los 3.100 que se encuentran en diversos museos e instituciones oficiales de distintas comunidades autónomas, lo que se conoce como El Prado Disperso–, cuelguen también interesantes pinturas modernas de diversos autores, aunque se echa en falta alguna de Benjamín Palencia nacido en la localidad albaceteña de Barrax, aunque el Museo de Albacete ofrece más de un centenar de ellas. En el exterior, en una pequeña explanada hay una escultura de Don Quijote y Sancho, como no podía ser menos en una ciudad en plena Mancha. También sorprende el interés de algunos viandantes por la verja que cierra el palacio, al acercarse se ve que hay agujeros provocados por los bombardeos de la Legión Cóndor sobre la ciudad.
La mejor vista está en el agua
De nuevo el agua es protagonista en Albacete y esta vez por varios motivos contundentes. De entrada, es la parte más representativa del llano skyline albaceteño son los depósitos de agua del Parque de la Fiesta del Árbol, símbolo del pasado, referencia del presente y futuro de la ciudad. Con más de 70 metros de altura es, nada más y nada menos, que el edificio más alto no solo de Albacete sino de toda Castilla-La Mancha, también el depósito de agua más alto de España. Si los Depósitos del Sol, mencionados más arriba, se construyeron en 1921, entre 1944 y 1947 se edifica este otro ante la necesidad de almacenar agua en Albacete. Lo curioso del caso es que jamás se utilizó como depósito de agua. Se construyó en medio del mayor parque, más antiguo y más representativo de la ciudad. Es la sede del Centro de Interpretación del Agua de Albacete, concebido como un espacio de conocimiento y experiencias, abierto, innovador, accesible, cercano, original, versátil, inclusivo, transparente, adaptado y dirigido a toda la población desde los niños a los longevos de más de 100 años. En el Museo del Agua, el visitante conocerá desde su aspecto más micro (composición molecular) hasta lo macro (su presencia en el planeta). El hilo conductor será la vinculación con el ser humano, haciendo hincapié en la creación de una conciencia de respeto: el agua es un bien básico y necesario para la creación de la vida, por lo que es necesario conocer y cuidar los ciclos del agua, hacer un consumo sostenible de los recursos y respetar el medioambiente. La parte superior del antiguo depósito, donde está previsto instalar un restaurante en el futuro, acoge el Mirador de la Torre del Agua, que no solo es un elemento clave del paisaje de la ciudad de Albacete sino también el mejor observatorio de toda la ciudad y la extensa llanura que la rodea.
Una feria popular desde hace 300 años
Puede parecer extraño que una feria popular, con su tiro al plato, sus tómbolas de la muñeca Chochona, sus caballitos que suben y bajan, sus puestos de churros y algodón dulce, sus coches de choques y su noria gigante, haya conseguido ser Fiesta de Interés Turístico Internacional. Pero es que la Feria de Albacete no es una feria corriente. De hecho, tiene más de 300 años de tradición a fecha fija del 7 al 17 de septiembre, pero es que además de lo mencionado, la Feria reúne cada año lo mejor de la cultura, el toreo, la música y el arte en torno a decenas de actividades en las que participan más de 500.000 personas. Actos culturales, deportivos, sociales. Desde degustaciones culinarias a presentaciones de libros, campeonatos de ajedrez y torneos internacionales de tenis, rutas de tapas típicas, conciertos de bandas musicales, folclore de todo el mundo, concentraciones de diverso tipo, jornadas culturales, tardes taurinas, teatros, batallas de flores, exposiciones, recitales poéticos, concursos, bailes, conciertos, verbenas, mercadillos, certámenes, exhibiciones... Y por si faltara algo, también un trasfondo religioso ya que no en vano la Virgen de los Llanos que es la patrona de Albacete, preside la Feria y es la protagonista de la Cabalgata de Apertura, uno de los actos más populares y emotivos, en el que se entremezclan pasos de moros, manchegas vestidas con el atuendo regional, las peñas acompañados por bandas musicales y carrozas con adornos festivos, y que concluye con una espectacular suelta de palomas. Hay quienes hablan de la Feria de Albacete remontándose a sus orígenes, hace más de tres siglos, en tiempos de Felipe V, o incluso antes, en el siglo XV, cuando empezó la primera actividad comercial en la ciudad, entonces un villorrio. Otros prefieren referirse a ella, como la fiesta de los mojitos, el jamón, el queso y el buen vino manchego, como el lugar que nunca duerme y que ofrece excelentes atracciones musicales. La Feria de Albacete es para algunos, ante todo una feria taurina, de las mejores de España, donde es posible ver a los grandes diestros y toros de las mejores ganaderías; los más intelectuales valoran en cambio su atractiva propuesta cultural, con buenas exposiciones, conciertos, muestras de artesanía y mucho más. Sería difícil decidir cuál de estos criterios es el más acertado. En realidad, lo mejor de la Feria de Albacete es que todo lo dicho es cierto, que en ella se dan cita la alegría y el espectáculo, la cultura y el deporte, la buena gastronomía y la marcha nocturna, la diversión asegurada para gentes de todas las edades.
Recordando la infancia
Una visita singular, que poca gente hace pese a ser muy recomendable, es la del Museo Pedagógico y del Niño (Amparo, 14), situado en la antigua escuela Virgen de los Llanos, cuyo objetivo es rescatar, preservar y difundir el legado histórico de la infancia, la familia y la escuela en Castilla-La Mancha. Es el único museo de España dedicado a la infancia en todas sus expresiones culturales. Su entusiasta director, José Juan Morcillo, indica que hay inventariadas unas 45.000 piezas, sin contar el material audiovisual, con lo que se llegaría a más de 60.000 piezas, “hay que tener en cuenta que este museo abarca todo lo que se refiere a la historia de la educación, pero también a la historia de la infancia en general, la familia, el juego y el juguete. Cabe resaltar, que es el único museo de Europa con una sala dedicada a la infancia abandonada, a los niños de la calle. La planta baja está dedicada a la historia de la educación, y a la sala de ilustración infantil, y la primera planta está dedicada a la historia de la infancia, dentro y fuera de la escuela”. Globos terráqueos, animales disecados, ilustraciones infantiles, un centenar de bellas linternas mágicas, tebeos antiguos, cochecitos, orinales para bebés... y recreaciones de cómo eran las aulas a mediados del siglo XIX y el XX. Un mundo que todos hemos vivido y que forma parte de nuestra propia historia. Visita muy recomendable.
Tiempo para la gastronomía
Sin conocer y disfrutar las buenas recetas de un lugar no se puede decir que se le conoce, y Albacete no es una excepción. Ya se han mencionado un par de templos gastronómicos, pero hay muchos más, estos son solo tres ejemplos: Cuerda 1973 (Gracia, 8) que regentan los hermanos Cuerda –Antonio, el grandullón en la cocina y el chiquitín Francisco en la sala–, y que tiene como seña de identidad esta frase: “No existe modernidad sin una buena tradición” algo que debería ser seña de identidad de todos los buenos restaurantes. Ellos lo practican en platos como el ajo de matadero, servido con hígado y pringue o el atascaburras manchego, elaborado con patata, ajo, bacalao y huevo. Pero también, por ejemplo, con el buñuelo de cordero con crema de coliflor, el “miguelito” relleno de codillo, setas y manzana, las croquetas caseras de cocido de crema de chorizo, los arroces o las originales y sabrosas tapas de oreja de puerco “crunch”, churros de berenjenas o el chupachups de queso de cabra. También original y tradicional es Sueños del Este (Mayor 59) que, como su nombre parece indicar, hace un guiño a la cocina levantina con sus sugerentes arroces, como el arroz al horno, con costilla, panceta tostada, morcilla, garbanzos... pero también carnes y verduras a la brasa de leña e infinidad de tapas con nombres e ingredientes sugerentes, un ejemplo: tartar de cabracho, papada ibérica de bellota, gamba roja, salmorejo de su coral y piparra... pura frescura y sabor. Más elegante por el marco en que está, dentro del Gran Hotel, el restaurante Telma (Marqués de Molins, 1) donde algunos de los platos son preparados a la vista del cliente, es sorprendente como una simple (no tan simple) ensaladilla que aquí llaman Ensaladilla Molina 2.0 se transforma en las manos del chef Javi en una obra de arte o cómo le dan el punto exacto al “Rodaballo a la plancha con agua bendita y verduras”. Una experiencia extraordinaria.
Dormir con vistas a La Mancha
Aunque Albacete cuenta con varios buenos hoteles, como, entre otros, el mencionado Gran Hotel, el Palacio Albacete & spa, el San Antonio o el Universidad y algunos otros rurales o con encanto, sin duda una muy buena opción es el Parador de Albacete, a tres kilómetros de la ciudad, situado en donde el mismísimo don Quijote habría elegido para alojarse, en la extensa llanura de La Mancha, un lugar ideal para desconectar, relajarse, jugar al golf y refrescarse en la piscina cuando el calor aprieta. El edificio es una finca de amplios corredores, suelos de terracota, techos de madera y cuidados jardines. Aunque la decoración conserva el estilo que se impuso en buena parte de los Paradores hace tiempo, el llamado estilo castellano o renacimiento, que algunas malas lenguas rebautizaron como “remordimiento”, en este caso resulta acorde con el conjunto y, eso sí, las habitaciones son muy amplias y todas con terraza a los jardines. El bufet de desayuno es amplio y se pueden pedir platos calientes hechos al momento, entre ellos llama la atención lo que denominan “guarra”, una chistorra sabrosa que puede acompañar a los huevos fritos. Por supuesto, como en la mayoría de Paradores no faltan los churros recién hechos.
Calles que casi no duermen
Los que no tengan prisa por irse a dormir encontrarán en las calles Tejares y Concepción (ambas peatonales) suficientes tentaciones para dejar pasar las horas hasta la madrugada. Se conoce simplemente como La Zona y está repleta de bares (están censados más de 130 y no se permiten abrir más), donde lo mismo se puede tomar unas cañas que alargar la velada con copas a precios razonables. Hay para todos los gustos: decenas de pubs, lugares de tapeo, restaurantes, chillout loungues, salas de jazz, discotecas... donde se congregan jóvenes y no tan jóvenes. Uno de los que están de moda es Pico Fino (Concepción, 25), una coctelería que, a golpe de copas premium, ha dado un vuelco al panorama nocturno de Albacete en un sofisticado local siempre atestado de gente. Casi enfrente está La Luna (Concepción 30) con varios DJs y la música más actual. Para una noche desenfadada Canalla Pub (Concepción 34) y Villa Vicent (Concepción s/n) son perfectos. Una de las mejores discotecas es La Mansión (Concepción, 36), abre de jueves a sábado.
Más información:
https://www.turismoenalbacete.com/